martes, 24 de marzo de 2015

CAP 02 - CAMBIO DOLOR


Mis planes comenzaban a tomar forma, sabía que no me quedaría trabajando allí toda la vida, pero ya pudiendo ganar algo de dinero, tenía mejores expectativas de mi misma y de mi futuro, la esperanza volvió a mí, así que me tracé un plan: recoger el dinero suficiente para rentar un departamento o al menos una habitación.
Juraría que no sé bien lo que quiero, pero sé que moriría si me quedo en la mitad…

Salvo por Julián y el Sr Cervantes, nadie más sabía de mi situación económica ni menos de mi “indigencia” temporal, por lo que no había ninguna actitud extraña o incómoda por parte de mis compañeros, de hecho, bromeábamos juntos y compartíamos experiencias de amores, de vida, bueno, en realidad ellos compartían sus vivencias, ya que nunca había estado enamorada, ni tampoco sabía lo que era tener novio, claro está, era muy joven todavía, apenas cumpliría los quince.
         No pasó mucho tiempo hasta que descubrieron mi estado de soledad y falta de hogar, por lo que tuve que buscar una habitación en renta, después de todo, ya estaba ganando lo suficiente, aunque no tanto como para alquilar una habitación cómoda, fue entonces que recurrí a mi buen amigo Julián, quien se dispuso a pagarme la primera mensualidad y yo se lo repondría con el sueldo del mes siguiente, me tocó trabajar horas extras desde luego, pero estuve dispuesta a hacerlo.
         Recuerdo que en las tardes luego de terminar mi turno en el “Rincón del Moho”, comencé a trabajar como mesera en otro restaurant, ¿ya les había dicho que lo que más abundaba eran los restaurantes? Al parecer la gente no quería comer en sus propias casas, o simplemente les daba pereza cocinar, pero en fin, existían cientos de esos, uno al lado del otro, y para todos los gustos, con diversidades de platillos, y yo, súper feliz por supuesto. Como les decía, en este otro restaurant, (que por cierto no recuerdo como se llamaba, pues me acordaba del Rincón del Moho, por su particular nombre, pero aquel otro tenía un nombre tan común que no lo recuerdo en este momento), solo vivía de las propinas, no tenía un salario fijo como tal, pero aun así me servía para pagar mis cosas personales y la habitación. Quería comprarme un nuevo bolso pero aun no podía darme ese lujo, sin embargo todos los días pasaba por la tienda y lo veía en la vitrina, suspiraba y seguía caminando, me decía a mí misma: “algún día lo tendrás”.

         Las cosas marchaban bien dentro de lo que cabía, ya no tenía esa sensación de angustia ni soledad, tenía varios amigos, o mejor dicho, personas con quien pasar el rato, en ese entonces no comprendía el sentido de la amistad, fue así como empecé a recurrir a ellos cuando tenía algún problema, claro está, mis problemas eran más que todo de tipo económico, por varios meses estuve así, hasta que un día, desafortunadamente entraron a robar al restaurant, delincuentes con armas y caras cubiertas por máscaras llegaron y nos asaltaron a todos, dejándonos sin un centavo en el bolsillo, además de llevarse las ganancias de la semana, lo cual era una cantidad elevada por así decirlo.
         Recuerdo bien que el Sr. Cervantes llegó molesto, y no era para menos, aun así nos dedicamos a seguir y recuperar el dinero con nuevos menús, mientras la policía investigaba el caso, cosa que no hicieron, pues al parecer no les agradaba mucho el Rincón del Moho, o el Sr Cervantes tenía algo contra ellos, el punto es que nunca se dedicaron a buscar culpables… Pero sí, El Sr. Cervantes sí los buscó, no sé cómo, pero él decía que para que esos ladrones entraran tuvieron que tener ayuda desde adentro, o sea, de uno de nosotros ¿y adivinen en quien cayó la culpa?, Exacto, en la más pendeja de todas, o sea yo.
         ¿Cómo se atrevía a acusarme de algo así? ¿Y además sin pruebas? Él decía que desde que yo llegué las cosas se volvieron extrañas, se perdían los objetos y nunca antes habían asaltado el local ¿Qué tal? Me acusó de ladrona, mentirosa y cómplice de robo. No aguanté más y renuncié, pero lo que más me dolió fue que Julián nunca dijo nada, ni un pito pronunció, jamás trató de defenderme, y claro, quería conservar su empleo, ¡como si fuera un gran empleo! pero en fin me molesté de verdad y me fui.
Por eso vuelo a otro sendero, para conocer el mundo de verdad…
         Tardé como 5 semanas en conseguir otro empleo y debía pagar las rentas de la pieza donde vivía alquilada, le pedí ayuda a Julián y este me dio la espalda, la única persona en quien supuestamente confiaba me dejaba sola en ese instante. Realmente quería gritar a todo pulmón y sacar este coraje que sentía… pero no lo hice.

Aún no es tarde, pero así me estoy sintiendo… y aparecen tantos miedos que no me dejan pensar, yo tengo sueños de amores nuevos y me cuesta imaginar lo que vendrá…

         Conseguí otro empleo en una peluquería, aunque allá en la ciudad se le decía “Salón de belleza y estética especializada” pero era una vulgar peluquería, por cierto, yo no sabía cortar ni un pelo, pero me aceptaron de barrendera y de limpia uñas, como era todo el día, tuve que dejar de trabajar en el otro restaurant, al fin de cuentas solo estaba por las propinas. Logré pagar con eso otros dos meses de renta, ¡Qué difícil es vivir rentado!
         De vez en cuando recordaba a mi padre, incluso a mis tíos, me volvía cierta nostalgia pero no volvería de nuevo.

         La vida no era como la había planeado, eso estaba claro, pero tampoco era como querría vivirla en ese momento, la clientela de la peluquería empezó a disminuir, y por supuesto hicieron recorte de personal y otra vez me encontré desempleada, lo que llevó a atrasarme de nuevo en la renta hasta que me corrieron completamente, debería ser ilegal correr a un menor de edad de… ah por cierto, creo que no les dije que cuando trabajaba en la peluquería y en el Rincón del Moho yo era menor de edad, apenas tenía quince años, si se los dije ¿verdad? Pues, el punto es que me tocaba pagar mi propia habitación si quería seguir teniendo un techo donde dormir. Llegó lo inevitable, sin nadie a quien pedir ayuda, sin trabajo, sin sueños, sin ganas…. Nuevamente me encontraba en la calle.
Cambio dolor por libertad, cambio heridas por un sueño que me ayude a continuar…

Cambio desilusión por un poco de esperanza, te cambio mi agonía por un poco de fe, cambio mi pesar por algún consuelo, el que sea… así eran mis oraciones, no sé a quién, estaba ya comenzando a dudar si de verdad había alguien allá arriba, escuchándome, si lo estaba, seguramente solo me ignoraba, y como disfrutaba ignorándome.

Cambio dolor… felicidad, que la suerte sea suerte y no algo que no he de alcanzar…

         Cada noche me preguntaba si de verdad alguien podría apiadarse de mí, darme un motivo para creer o simplemente dejarme morir, sin embargo no se lo dejaría tan fácil, me prometí que viviría, y así lo hice, yo viviré, era siempre mi pensamiento cada día: Viviré.



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